Cimarrones libres de jaurías
La Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa llegó a 200 comunidades serranas. Teatro cimarrón, de La Habana, es uno de los grupos cubanos que cada año se inserta en este proyecto sociocultural. Venceremos dialoga con Alberto Curbelo, su director.
Por Eyder La O Toledano
Cuando llega el mes de enero los actores del grupo Teatro Cimarrón preparan las maletas para venir a Guantánamo. Atrás dejan el bullicio habanero, las noches bohemias, la familia y la barriada del Cerro, donde el grupo dirigido por Alberto Curbelo desarrolla su trabajo artístico.
Desde que Curbelo conoció sobre la Cruzada Teatral, se sintió motivado y no reparó en participar. Desde entonces, ya suman varias ediciones y los «cimarrones» empacan mochilas de sueños para subir montañas. Ellos son parte indisoluble del proyecto comunitario.
¿Cómo y por qué se inserta Cimarrón en la Cruzada?
«El trabajo de la compañía Teatro Cimarrón es esencialmente comunitario y desde el Cerro capitalino llegamos a todos los barrios, con propuestas para niños y adultos.
«La Cruzada, en esencia, hace eso mismo, y nos decidimos a participar en ella y en otros eventos similares que se realizan en las sierras Maestra, de los Órganos, del Escambray y del Rosario, en todo el Plan Turquino. Aunque, también, desarrollamos un repertorio para salas de teatro».
¿Cómo valoras la Cruzada?
«Es el hecho artístico de las artes escénicas más trascendente del país. Una de sus cualidades es la profesionalidad de los actores que participan y los espectáculos que presentan, de altísimo nivel artístico. Al espectador serrano se le oferta un teatro de muy alto nivel, que propicia que los montañeses conozcan mejor la manifestación, sin paternalismos.
«La Cruzada no es un festival para los artistas, sino para la comunidad, en la que se integran los organismos patrocinadores y el pueblo. El evento tiene gran arraigo popular entre los campesinos, pues convoca a toda la familia, y todos bajan de las laderas de esas montañas para ver teatro.
¿Consideras de vital importancia esta experiencia para los actores?
«Por esta experiencia deben pasar todos los actores. Hay grupos que sólo hacen obras para sala, en las que el público los recibe, aplaude, y se va. Es decir, no existe una catarsis público-artista.
«Aquí el público es quien construye el espacio teatral, a la vez que se convierten en nuestros utileros, tramoyistas, maquillistas… O sea, se crean relaciones muy estrechas, al punto que no nos ven como artistas visitantes; sino como parte de su familia, nos alojan en sus casas, convivimos con ellos, y eso borra la distancia habitual entre el artista y el espectador más allá de la función.
Nutrirse en este mundo enriquece humana y artísticamente al actor, si es capaz de incorporar los giros idiomáticos, la gestualidad del campesino, llevándolos a escena. Tenemos la experiencia que, cuando los campesinos se descubren en el hecho teatral, la obra surte un efecto mayor. Como director siempre trato de traer a los actores más jóvenes para formarlos en esta experiencia de teatro comunitario.
¿Qué destaca o no de este evento?
La Cruzada es un espacio de confrontación entre los teatristas, sin las rivalidades por un premio. Se trata de un intercambio vivo, fructífero, que responde a las necesidades reales de la localidad.
«Sin embargo, a pesar de los premio y reconocimientos otorgados a la Cruzada, aun no recibe todo el apoyo que merece; pues no se puede ver sólo como un hecho teatral sino com un intercambio audaz, humano, revolucionario. Muy necesario para la espiritualidad del campesino.
«Es un suceso de carácter nacional que no tiene la promoción necesaria. Carece del equipamiento técnico para trabajar en condiciones de guerrilla».
Y en cuanto a la crítica…
Es insuficiente el espacio que dedican a la Cruzada. Puedes leer una amplia reseña sobre el estreno de una obra determinada; pero este evento, pese a su significación social y artística, queda relegado a una breve nota».
Periódico Venceremos, 2 de marzo de 2007.