Un lugar en la sonrisa y el recuerdo
Por Aymara Cáceres Abreu
Como lluvia de colores otoñales, convertida en payasos y maromas, la IV Bienal de Teatro en la Montaña irrumpió como «temporal» de seis días en el lomerío escambradeño. Su magia apareció hasta en lugares donde la presencia humana es un acto de acendrada constancia.
El grupo Teatro de los Elementos, conjunto que dirige José Oriol González, devino anfitrión y guía por las montañas del macizo de Guamuhaya, confines en los que su quehacer teatral comunitario ha marcado hondas huellas. De la mano de sus actores, las diferentes agrupaciones teatrales del país llegaron hasta los sitios más insospechados. Y no a bordo de suntuosas ómnibus, más bien en la cama descubierta de una simple camioneta de viaje.
Así los vimos allá por la Escuela Especial Onolio Navarro, en una de esas tardes en que el sol no pudo más que la nube. Eran los miembros de los grupos Teatro Cimarrón y La Familia, quienes con el singular tesoro del buen hacer, se aseguraron un lugar en la sonrisa y el recuerdo de los niños con discapacidad en el aprendizaje, allí en la escuelita enclavada en La Cidra cumanayagüense.
Y no hubo necesidad de despliegue escenográfico. Todos se vieron de pronto reunidos en un sitio donde el río abraza la montaña, allí, al alcance de la vista, para que Contentina, Cascabel, Cambolo y la maga Nery, con sus conjuros hacedores de color y asombro, atraparan la candidez de unos ojos admirados de tanto jolgorio.
Música, cuentos, juegos, payasos, adivinanzas y hasta marionetas que cobraban vida en mano de los infantes, hicieron de la jornada vespertina un motivo para guardar.
Otros que también se granjearon las simpatías entre los montañeses fueron los integrantes del grupo cienfueguero My Clown, los jóvenes de la Brigada José Martí y parte de la Guerrilla de Teatreros de Granma, agrupación esta última acreedora del Premio Nacional de Cultura Comunitaria 2006.
Las actividades de la IV Bienal de Teatro también interrumpieron la monotonía habitual en las comunidades de El Sopapo y Mayarí. Las bondades de estos grupos itinerantes fueron aprovechadas por los moradores de esos lugares, entre ellos los estudiantes de la escuela primaria Pablo Estévez de la Rosa y los del Complejo Educacional Armando Mestre Martínez, en la zona de Mayarí.
Periódico 5 de Septiembre, 7 de noviembre de 2006.