Revista Jugar y Cultivar
La Capital es algo más que la Rampa
Por Yudd Favier
Encontramos, en una de las esquinas de la extensa calzada, el antiguo Cine Edison, un local que llevaba doce años de inactividad cinematográfica y probablemente de índole cultural en general. En este sitio, también, ha sido recuperado por los huestes teatrilleras.
Gracias al esfuerzo de otro grupo ha vuelto a salir un ave Fénix de entre los escombros. Son los integrantes de Teatro Cimarrón que dirige Alberto Curbelo. Desde el 3 de agosto del año 1995 y después de unos cuantos años de trabajo intenso, han convertido el espacio en un centro polifacéticamente cultural. Sin desaprovechar rincón alguno, transformaron el antiguo balcón en la Sala Dora Alonso para los espectáculos de pequeño formato con títeres, de narración oral, peñas, talleres, clases magistrales. En la antigua platea está la Sala La Cueva, destinada a espectáculos de clown y a otros de formato más complejo; mientras que el vestíbulo del local es una perenne galería donde no sólo se exponen fotos, pinturas y diseños de artistas profesionales, sino que hallan espacio las obras de los aficionados de la comunidad y los dibujos realizados por los niños y las niñas.
De su repertorio teatral bástenos recordar el antológico espectáculo Patakín de una Muñeca Negra, inspirado en La muñeca negra de José Martí e Historia de una muñeca abandonada de Sastre, escrito por Alberto Curbelo quien lo llevó a la escena junto a Trinidad Rolando con el Teatro Caribeño en l992. El espectáculo, tras numerosos reconocimientos y premios, constituyó la génesis de Teatro Cimarrón.
La agrupación de fuerte voluntad sociocultural y comunitaria, además de mantener una programación teatral en varios espacios del municipio, la capital y otras provincias, convoca a importantes eventos como el Festival Internacional de Oralidad Escénica BarrioCuento o el concurso de Dramaturgia para Obras de Teatro de Calle y Espacios no convencionales.
Uno de los valores más genuinos de Teatro Cimarrón se halla en su repertorio eminentemente cubano; pero su labor más loable, a mi entender, es el trabajo de asistencia social y artística que realizan en su comunidad. No se limitan a dar funciones en barrios colindantes, sino que tienen bien establecida su hoja de ruta en lugares donde raramente se ven grupos teatrales profesionales. Importante es la labor logopeda que realizan en las Escuelas Especiales, porque mediante las funciones de títeres estimulan la desinhibición de los niños mediante los ejercicios posteriores de debate donde intentan que los espectadores reproduzcan el espectáculo visto, asumiendo ellos los roles de titiriteros. Igualmente, los talleres de improvisación con títeres, ayudan al desarrollo de estos niños de una forma atractiva.
En el Centro de Atención y Orientación al Menor del Cerro suelen ofrecer funciones con temáticas relacionadas con los problemas sociales comunes de estos niños y adolescentes. En tal labor es muy reconfortante ver, por ejemplo, en obras como El Espantajo y los pájaros, de Dora Alonso, que los espectadores participan de la acción y logran identificarse con el Espantajo al rechazar a los pájaros ladrones, con lo cual emiten subjetivamente un mensaje reivindicatorio.
Por los resultados de esta obra de evidente amor y compromiso, recogidos en una ponencia defendida por Curbelo en el XIII Fórum Nacional de Ciencia y Técnica, Teatro Cimarrón fue galardonado con el Premio Relevante, reconocimiento que nunca antes había sido entregado a un grupo teatral.
«El que no piensa en lo que sucede a su alrededor y se contenta con vivir, está en camino de ser un bribón», decía nuestro José Martí, y el que además de mirar a su lado intenta mejorar lo que allí existe, es un hombre que ha de merecer la deferencia de quien lo conozca y Teatro Cimarrón ha demostrado que hombres y mujeres de esa casta abunda entre ellos.
Julio de 2004