Granma
Un Cimarrón Honoris Causa con el Premio Nacional de Literatura
Por Amelia Duarte y Madeleine Sautié
Hombre de cultura universal, al que le debemos una magna obra oral y escrita, Rogelio Martínez Furé recibió en la tarde de ayer el agasajo de intelectuales y amigos al recibir, oficialmente, el Premio Nacional de Literatura 2015, en la sala Guillén de La Cabaña.
En la ceremonia, a la que asistieron Julián González Toledo, ministro de Cultura; Zuleica Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro (ICL); y Miguel Barnet, presidente de la Uneac, Furé recibió las palabras de elogio de la escritora Soleida Ríos, integrante del jurado que le otorgó el galardón.
Ríos se refirió a la extensa obra del etnólogo y folclorista y aseguró que «ha trazado una marca sustancial en la cultura cubana».
Por su parte, Eduardo Heras León, presidente del jurado e igualmente merecedor del Premio Nacional, leyó el acta en donde se manifiesta que la obra de Furé es sólida y de importancia capital. «Ha perseguido y logrado que los cubanos entiendan que somos herederos de todas las culturas del mundo y no de una sola, así como la riqueza civilizatoria de la cultura africana».
Al recibir el Premio, el escritor ─quien también es merecedor del Premio Nacional de Danza 2002 y de Investigación Cultural 2001─ dio las gracias al pueblo de Cuba «por tener el privilegio de ser parte de él».
El Premio Nacional de Literatura es el más importante galardón que otorga cada año el ICL como reconocimiento a la obra de aquellos escritores con un aporte literario trascendente para la cultura cubana.
Furé, a quien además se le dedica la 25 edición de la Feria, fue protagonista de un coloquio dedicado a su vida y obra en la misma sala de La Cabaña, el pasado sábado 13 de febrero.
Como un Cimarrón Honoris Causa fue definido en el coloquio por la ensayista Carmen María Gonce, una de las integrantes del panel conducido por Katia Gutiérrez.
Para continuar con las valoraciones que de este sabio multifacético refiriera Gonce se hace necesario aludir al convencimiento que, según dijo, es de los más acendrados en el agasajado, y es el que defiende que la historia es la madre del camino para llegar a la verdad.
Un lúdicro texto en el que el Aporín dialoga a camisa quitada con la palabra fue el homenaje de la poeta Carmen González a su maestro. En él remarcó que aquel nos ha enseñado «a dudar de los ropajes impuestos por páginas encadenantes. A disfrutar, cuando desnuda y sin afeites ─la palabra─ se entrega, letra a letra, en el goce total del hecho literario».
El joven investigador Yoandri Ulises Padrón se refirió a la presencia insoslayable en la cultura cubana de Furé, cuya obra literaria y ensayística es poseedora de «particularidades que han nutrido un enjundioso contrapunteo crítico sobre las simientes de la nacionalidad cubana».
Por ser, por estar, por toda su entrega que es ya decir constancia y dedicación, agradeció Gerardo Fulleda León. Reconoció en este pilar de la fundación y desarrollo del Conjunto Folclórico Nacional un diapasón que va desde aquellos artículos iniciales, antológicos, de antropología hasta las antologías de poesía yoruba y africana publicadas en nuestro país gracias a su rescate y valiosas traducciones.
Para cerrar el coloquio expresó sus consideraciones Nancy Morejón, presidenta de la Academia Cubana de la Lengua, quien agradeció a la vida haber podido compartir su labor intelectual con Rogelio Martínez Furé, allá por los 60, cuando publicó sus primeras traducciones.
Cerró sus palabras aceptando que somos contemporáneos de alguien con una sabiduría extraordinaria. «Mucho de lo que aprendí no lo aprendí en la universidad ni en la academia, sino teniendo al lado a un hombre como Rogelio Martínez Furé».
La presentación de seis títulos de su autoría y la actuación de la compañía Teatro Cimarrón, dirigido por Alberto Curbelo, en un sentido homenaje al autor, fueron el colofón de la velada.
LA HABANA, 15 de febrero de 2016.