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03 de Febrero, 2019 · Entrevistas

Entrevista a Alberto Curbelo

Habana Radio

 

Entrevista a Alberto Curbelo

 

Por: Marilyn Garbey

 

¿Por qué se funda Teatro Cimarrón?

A partir de mi experiencia en la dirección de «Patakín de una muñeca negra» con Teatro Caribeño, del trabajo en espacios abiertos y en el teatro comunitario con esa obra, decidimos constituirnos en un grupo independiente.

¿Dónde están las raíces de tu vocación de trabajo para niños y jóvenes?

Aunque también incursiono en el teatro para adultos, como escritor me dirijo fundamentalmente a los niños. Pienso que el niño es un espectador y un lector diferente al adulto. Tengo menos trabas a la hora de crear para ellos, por su imaginación, por su frescura y su forma de ver la vida, no tienen los prejuicios de los adultos. Me gusta trabajar para ellos porque hay menos convenciones y me place esa libertad a la hora de crear un espectáculo.

Tú trabajas en el Cerro, un barrio populoso que has estudiado y conoces muy bien. ¿Cómo se inserta Teatro Caribeño en ese contexto?

Yo soy Licenciado en Educación, de ahí mi vocación pedagógica y mi inclinación a trabajar con los niños. Eso me lleva a trabajar con el espectador que conozco, el niño del barrio, y le hablo de sus problemas, de sus referentes culturales. En el Cerro la cultura afrocubana es muy fuerte y es un reservorio de la cultura -vamos a llamarla- negra, como también lo son Regla y Guanabacoa. Mi vocación me lleva a desentrañar esa arista de la cultura cubana, por eso tengo en el Cerro al espectador ideal.

En el Cerro también nació «María Antonia», heroína del teatro cubano. Traigo esa referencia porque tú has estudiado y has estado vinculado profesional y espiritualmente a Eugenio Hernández Espinosa. ¿Cómo ha transcurrido el diálogo entre ustedes?

Eugenio Hernández Espinosa es mi gran maestro, más que maestro es mi padre intelectual, fui su asesor dramático durante mucho tiempo en el Teatro de Arte Popular. Soy fundador de Teatro Caribeño y fui yo quien lo bautizó, quien fundamentó la necesidad de su existencia. Con ellos hice «Patakín de una muñeca  negra», al cual considero mi espectáculo más logrado. Para mí es un honor hacer teatro en la cuna de Eugenio, donde nació «María Antonia». El escribe y sitúa la tragedia allí porque él también nació allí, en esa barriada. Mi labor como investigador de su obra me llevó a vincularme al Cerro, soy el biógrafo de Eugenio. Por eso, cuando quise definir una sede para Teatro Cimarrón, no lo pensé dos veces, decidí que sería en el Cerro.

¿Cómo decides qué texto llevar a escena?¿En qué momentos decides llevar un texto tuyo a escena? ¿En qué momento escoges representar a Lorca, a Eugenio Hernández Espinosa, Dora Alonso?

La elección siempre es difícil. Aunque Teatro Cimarrón tiene 11 años de trabajo, es un grupo joven, donde se han ido desarrollando muchos artistas, actores y técnicos, y esto me ha llevado a transitar por varias etapas. He llevado a escena algunas de mis obras, pero mis obras dramáticas para adultos no han subido a escena por mi propio colectivo, las mantengo ahí, esperando tener las condiciones propicias. Para mí es muy importante que mis actores se formen interpretando a Eugenio Hernández Espinosa y a otros autores que le permitan desarrollarse en el tipo de teatro que a mí me interesa hacer, un teatro total, donde la música, la danza y los referentes culturales populares están muy presentes, sin llegar al folclorismo, al populismo. Quiero hacer un teatro muy poético, muy profundo. Eugenio Hernández Espinosa es el Lorca cubano y él impone reto a los actores, sobre todo a los actores que tienen una extracción popular. Yo pienso siempre en ascender hacia la cultura del pueblo, no en descender hacia los estratos donde no hay cultura sino manifestaciones antisociales, que no son expresión de la cultura popular cubana. Por eso escojo muy bien los textos buscando autores de valía. En los próximos días vamos a estrenar un Lorca, para que textos importantes estén al alcance de todos los espectadores del Cerro, que a veces no tienen la posibilidad de ir a las sedes teatrales principales. En Teatro Cimarrón trabajan actores egresados de las Escuelas de Arte y otros que no pasado por la Academia.

¿Cómo entrenan ustedes, cómo se preparan los actores?

Muchas veces los actores egresados de la ENA o del ISA desconocen aspectos fundamentales de la cultura popular cubana, de danza folclóricas, de la proyección gestual requerida para interpretar un personaje popular y eso me lleva a convertir el grupo en una escuela. Además de la labor de dirección de actores que realizo, llamo a otros profesores para que entrenen a los actores en voz y dicción, de danza, percusión, pantomima, es decir, todas las artes que confluyen el espectáculo. Todo eso le sirve al actor. En las mañanas entrenamos y recibimos clases. Hacer teatro de calle es difícil como algunos suponen, sobre todo si quieres hacerlo dignamente. En las tardes ensayamos, la obra a estrenar o el repertorio.

Federico García Lorca es un autor que ha dejado profunda huella en la cultura cubana. Por estos días el teatro cubano recuerda el aniversario 50 de su fusilamiento. Ustedes lo van a recodar con el estreno de «Lola, la comedianta».

Esa obra es un divertimento. Decidimos montarla para recordar a su autor y y porque vine muy bien para ponerla en sala o en espacios alternativos en trabajo de extensión cultural, en lugares donde no hay condiciones técnicas. Teatro Cimarrón viaja mucho a las montañas, a lugares donde el público no ha visto determinados espectáculos El texto es exquisito y por la forma de tratar el tema nos permite poner a Lorca en cualquier espacio.

Alberto Curbelo llegó al teatro como crítico, en el periódico camagüeyano Adelante. ¿Qué queda de aquel joven que comenzó reseñando lo acontecido en su ciudad y que hoy conduce los destinos de Teatro Cimarrón?

Pienso que ha madurado el crítico que quería ser. Siempre digo que me acerqué tanto a las tablas que terminé siendo un creador. Investigué el teatro desde dentro y eso me lleva a desentrañar los misterios del texto antes de montar un espectáculo y a tener una mirada crítica sobre lo que hago, aunque a veces eso lastra el trabajo porque continuamente analizo lo que estoy haciendo y a veces me hace perder la pasión. Creo que el crítico y el creador se concilian, aunque ahora prevalezca el creador. He seguido trabajando como crítico de la obra de Hernández Espinosa. Estoy dándole forma a un libro sobre su vida. Se va a llamar «La pupila negra: teatro y terruño en Eugenio Hernández Espinosa».   

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publicado por albertocurbelo a las 23:20 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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