Fiesta tras el telón
Por Dixie Edith
Detrás de los telones suelen ocurrir cosas, a veces previsibles, a veces insólitas. Y si la cortina va a ceder paso al teatro para niños, no caben dudas: se avecina una fiesta.
Así, más o menos, podríamos definir el IV Encuentro Profesional de Teatro para Niños y Jóvenes. Guanabacoa, de pronto, se encontró siendo escenario de burritos, abejas, un coche maravilloso del color del mar y hasta duendes y rosas.
Como en todas las fiestas, hubo sus más y sus menos. Hay que decir que otra vez los problemas organizativos y las condiciones de las sedes pusieron algunos obstáculos a la buena salud del encuentro. Pero el esfuerzo colectivo y sobre todo, el respeto a los niños, garantizó un buen final.
La semana fue útil también en la medida en que permitió tener una idea general bastante amplia del teatro infantil que se hace en Cuba.
Junto a excelentes obras conocidas como Fábula de un país de cera, del proyecto La colmena; Pinocho, de Pálpito, y Cuentacuentos presenta Aladino, del grupo Teatro 2 (AHS), desfilaron obras que tuvieron mucho que ver en la fiesta.
Desde Santa Clara, Javier Pérez trajo un mundo de muñecos (El Duende que vive en ti), con reflexiones acerca de la solidaridad y los valores de las personas que, como decía su título, fue un duende que descubrimos dentro de cada uno de nosotros.
JR entregó su premio a este espectáculo que tuvo, además, respaldado por una excelente escenografía donde se descubría la mano de una de las jóvenes figuras más prometedoras de la plástica villaclareña, Nené Leyva.
El teatro para niños anda, sin dudas, viento en popa en nuestras provincias. Junto a Javier, dos trabajos más llamaron la atención al espectador: El duende y la Rosa, del grupo Esperpento de Ciego de Ávila, que cautivó por su ternura, y La Pulga Sabihonda de Granma, con un excelente trabajo con muñecos.
También de Ciudad de La Habana hizo sus presentaciones donde lo más notable fue, quizás, algunas de las propuestas de los proyectos de Juglaresca y el indiscutible trabajo de Alberto Curbelo con El Príncipe Pescado, de Teatro del Sol, que mezcló lo humano, lo mágico y lo divino, en una reflexión muy personal sobre el llamado Descubrimiento de las Américas.
En los finales, quienes participaron de la semana de fiesta delirante de telones y retablos confirmaron una vieja certeza: no hay nada mejor, ni más difícil, que hacer teatro para los niños.
Periódico Juventud Rebelde, 25-12-94
