Una muñeca negra hace de las suyas
Por Rosa Elvira Peláez
Patakín de una Muñeca Negra, por Teatro Caribeño, motea de alegre imaginación y juegos los domingos en los jardines del Teatro Nacional, a partir de las 10: a.m.
La puesta de Alberto Curbelo (quien compartió la dirección artística con la actriz Trinidad Rolando) alza valores humanos de hoy y de siempre, a la vez que divierte por el humorismo con que se resuelven algunas situaciones y apunta a la identidad cubana, fundiendo raíces y fijando nuestro contexto.
¿Por qué el éxito de la obra? Curbelo señala varios sumandos: la belleza del espacio y empleo de los árboles, la escalera, el techo, todo lo cual contribuye a la magia del espectáculo, donde hay personajes que se proyectan como muñecos y elementos muy atractivos como máscaras, zancos y música en vivo, con el llamado inexcusable de los batá.
Hay que agregar que se trabaja en la cuerda infantil imaginativa capaz de disparar con un dedo la pistola-mano o, como es el caso, ver el mortal cuentagotas invisible de las nubes… Los niños pueden participar en el juego del gavilán y el cazador en el intermedio.
El montaje utiliza elementos del folklore, pero no es folklórico, precisa Curbelo. Integra poemas españoles, aforismos y versos de la poesía negra africana.
En lo personal, el joven director siempre se interesó por hacer teatro para espacios abiertos, pero pensando en que ello no simplifica la forma artística. Las posibilidades de los jardines del Teatro Nacional de Cuba (TNC) lo estimulan. Además, plantearse el espectáculo-juego, que enriquece la función del público, es otra de sus fuertes motivaciones.
Periódico Granma, 13 de julio de 1993.