Los directores siguen repitiéndose
Por Alberto Curbelo
Rine Leal, quien ha dedicado casi cuatro décadas al estudio y promoción del teatro cubano, se autodefine como un autor de libros, nunca como un escritor.
Locuaz, sencillo, ejerce la crítica teatral desde 1954; pero su relación con el teatro data desde 1950, cuando hizo sus primeros trabajos con el grupo Prometeo.
Recientemente un jurado compuesto por personalidades de la cultura venezolana, designado por el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral, le otorgó el Premio Ollantay, máxima distinción que se confiere en el continente a personalidades, investigadores, colectivos o publicaciones teatrales destacados.
─ Para mí, recibir el Ollantay ha sido una verdadera sorpresa. Sobre todo porque no lo esperaba y, también, porque es el primer premio que recibo en la vida.
Autor de una veintena de libros, entre ensayos, críticas, antologías e investigaciones, su opinión sobre la situación actual de la escena cubana no se hace esperar:
─ El teatro cubano está como en un momento de estacionamiento, en el sentido de que las fuerzas creadoras están latentes, pero no alcanzan fuerza suficiente. Los nombres siguen siendo los mismos. Los problemas técnico-administrativos de los grupos impiden que estos marchen, al menos de la forma que pudieran hacerlo con los recursos y talentos que poseen. Hay falta de exigencia artística. Hoy aplaudimos puestas que hubiéramos desechado hace veinte años.
Y además de estas dificultades, ¿qué otros problemas aquejan el teatro cubano?
─ El de los directores artísticos. Los directores siguen repitiéndose (5 o 6 nombres llevan en las tablas 20 o 25 años). Falta una renovación, nuevas miradas que sean capaces de extraerle al autor lo que puede dar, también desde otras aristas.
¿Pasa lo mismo en la crítica teatral cubana?
─ La crítica teatral cubana es muy regular. En muchas ocasiones no es hecha por especialistas, lo que produce lógicas molestias en el sector. Y la mayor parte de los criterios que hoy podemos leer en nuestra prensa son conteniditas, se interesan más por el contenido de la obra y de la puesta que por su validez artística. Naturalmente, hay excepciones; pero pienso que el crítico debe estar más ligado al movimiento profesional escénico. Esto, lejos de limitarlo, le da la suficiente libertad artística y la experiencia que necesita.
Periódico Trabajadores, 25 de febrero de 1988.