En el vórtice mismo de la comunidad
Por Alberto Curbelo
Convocado por las urgencias en que se debate el nacimiento de un nuevo milenio, el arte escénico cubano no puede sino elegir el camino de la apropiación de las principales tendencias de la escena mundial, pero desde el interior de nuestra cultura, desde el vórtice mismo de la comunidad.
Frente a la imagen totalizadora ─y por demás, ajena─ que la globalización impone, los proyectos profesionales de teatro, danza y pantomima, intentan el rescate de las tradiciones, costumbres y peculiaridades culturales de nuestra identidad nacional y caribeña. En cada montaje y en cada una de sus acciones culturales, los colectivos escénicos buscan las referencias concretas de nuestra identidad para apresar en el acto secular y festivo un reajuste del espectador consigo mismo, con sus valores filosóficos, morales e históricos.
«La historia de América ─pedía en 1891 José Martí─, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. No es más necesaria».
No se trata, desde luego, de convertir la comunidad y a la propia cultura cubana en una isla. Pero sin la conversión de nuestra desconocida imagen en reconocible para el resto del mundo, por su autenticidad sociocultural, no podríamos evitar un naufragio en las pistas de la información contemporánea.
El Norte ─como antes ya lo hizo─ ha de insertarse en nosotros siempre que nosotros nos reconozcamos como el tronco y no como la rama que se injerta. La comunidad, el barrio, la naturaleza física y espiritual de la cultura cubana, debe preservase entonces como savia revitalizadora.
La aprehensión de la mutante realidad del barrio, por parte de los proyectos escénicos comunitarios, crea un excepcional diálogo entre estos núcleos artísticos y los espectadores. Fuera de sus tradicionales salas, también posibilitan una revalorización del espacio síquico y natural de la comunidad, en un mundo cada vez más globalizado y donde los poderosos, además de la persuasión económica, tienen además el poder del veto de las computadoras.
Periódico Granma, 22 de octubre de 1998